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El curioso semáforo azul de Japón: tradición, idioma y cultura

Diego Cortés
Diego Cortés
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El curioso semáforo azul de Japón: tradición, idioma y cultura

Japón es un país que fascina por su cultura singular y sus tradiciones únicas, y uno de sus rasgos más intrigantes es la percepción del color azul en lo que a semáforos se refiere. Mientras que en la mayoría del mundo el color verde indica avanzar, en Japón el semáforo que señala el camino a seguir es conocido como “azul.” Esta peculiaridad no solo sorprende a turistas y visitantes, sino que también revela un profundo trasfondo cultural y una interesante relación entre el lenguaje y la percepción visual.

La paradoja del semáforo azul

La historia de Japón y los semáforos es conocida por su particular enfoque hacia el color verde. A diferencia de otros países donde el semáforo verde es, sin lugar a dudas, de ese color específico, en Japón se le denomina “ao” (青), que tradicionalmente abarca un espectro más amplio que nuestra interpretación del azul, incluso incluyendo lo que consideramos verde.

Esta distinción ha generado confusión entre muchos extranjeros que visitan el país, quienes no comprenden por qué una luz que parece verde puede ser llamada azul por los locales. Para los japoneses, sin embargo, esta percepción es algo tan cotidiano que no suscita preguntas. La explicación radica no en decisiones arbitrarias de autoridades o en tecnologías modernas, sino en un rico trasfondo cultural y lingüístico que se ha desarrollado a lo largo de varios siglos.

Orígenes lingüísticos del término “ao”

En el japonés antiguo, existían solo cuatro vocablos básicos para los colores: rojo, blanco, negro y azul. La palabra “ao” era utilizada para referirse a un rango de tonalidades mucho más diverso que el que hoy asociamos con el azul, incluyendo lo que nosotros consideramos verde y cian. Esta tradición lingüística se ha mantenido hasta nuestros días.

Durante el período Heian, que tuvo lugar entre el 794 y el 1185, la introducción de la palabra “midori” (緑) comenzó a permitir una clara diferenciación del color verde, especialmente en relación con la vegetación y su lozanía. Sin embargo, a pesar de la evolución del lenguaje, la utilización de “ao” se ha mantenido en contextos donde el verde es reconocido universalmente. Así, no es raro escuchar a un japonés referirse a “manzanas azules”, “montañas azules” o “verduras azules”, aun cuando su color sea evidentemente verde.

El conflicto con los estándares internacionales

La introducción de semáforos en Japón ocurrió en la década de 1930, cuando la luz que indicaba avanzar se describía como verde, conforme a la convención global. Sin embargo, en 1960, con la implementación de la Ley de Tráfico Vial, se estableció oficialmente el término “ao shingō” (青信号), que se traduce como “señal azul”. Esta decisión llevó a un conflicto con los estándares internacionales tras la Convención de Viena de 1968, que definía el verde como el color de referencia para semáforos.

Japón no ratificó dicho tratado, lo que le permitió continuar utilizando su denominación tradicional. En 1973, en un intento por conciliar las costumbres locales con las expectativas internacionales, el gobierno decidió que las luces de los semáforos debían ser de un verde que tuviese un matiz suficientemente azulado. Este compromiso dio como resultado un curioso equilibrio: semáforos que, aunque visualmente son verdosos, culturalmente son considerados azules.

Más allá de las señales

La influencia del término "ao" no se limita a los semáforos. En el idioma japonés, es común encontrar expresiones que incorporan esta palabra, como “aoringo” (青リンゴ) para las manzanas verdes, “aonori” (青のり) para un alga verde que se espolvorea en platos típicos como el okonomiyaki, o “aoba” (青葉) para referirse a las hojas jóvenes de los árboles. Estas expresiones evidencian cómo el concepto de azul se superpone al de verde en la lengua japonesa.

Adicionalmente, “ao” ha adquirido un significado simbólico relacionado con lo nuevo y lo inmaduro. Llamar a una persona “aoi” (青い) indica que esta aún es inexperta, similar a cómo en español o inglés se utiliza “verde” en el mismo sentido. Esta conexión entre lengua y percepción cultural muestra cómo el idioma no solo etiqueta los colores, sino que también estructura percepciones y relaciones culturales en torno a ellos.

Convención convertida en identidad

Hoy, aunque los semáforos en Japón son, de hecho, de un color verde, millones de personas aún los llaman azules, gracias a una manera particular de ver y describir el mundo que ha sido transmitida a lo largo de generaciones. Este aspecto, que para los extranjeros puede parecer una rareza o un motivo de confusión, es para los japoneses una tradición que no requiere justificación.

En cierto modo, el lenguaje ha prevalecido sobre la percepción visual, lo que ilustra cómo las convenciones culturales pueden desafiar estándares internacionales y convertirse en una parte integral de la identidad nacional. De esta manera, el semáforo azul de Japón destaca la influencia del lenguaje en la comprensión de los objetos y las experiencias, recordando que incluso una luz de tráfico puede narrar una historia rica y compleja, reflejando siglos de historia, lengua y costumbres.

La historia del semáforo azul es solo un pequeño fragmento de la fascinante intersección entre idioma y cultura en Japón. Para aquellos interesados en profundizar más, se invita a seguir explorando otros relatos culturales y curiosidades en el blog.

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